lunes, 13 de agosto de 2018

RECUERDOS

Sigo recordando cosas del pasado, creo que es una señal de que me voy haciendo mayor, o que ya he recorrido más de lo que me queda por recorrer.

Recuerdo aquellos encuentros en casa de mis tíos, o en mi casa, donde nos introducíamos en una pequeña piscina en los calurosos veranos de mi infancia, donde jugábamos, nos peleábamos y realizábamos toda clase de travesuras.

O simplemente íbamos a visitarnos, cada semanas una u otra familia íbamos a merendar los pequeños y a tomar café los mayores, todo ello acompañado de una tertulia donde se comentaban los problemas de unos y de otros, las noticias o chismorreos del pueblo.

También recuerdo esa Semana Santa, ese Viernes Santo, donde todos los primos, por parte de padre, nos reuníamos en casa de mis tíos, llegábamos por la tarde para ver desfilar a la Legión, era la principal atracción, después íbamos a ver la salida de los pasos correspondientes al Viernes Santo. A partir de la salida estábamos toda la tarde de aquí para allá viendo los pasos, hablando con los primos de mi padre etc., era un día muy largo, mi hermano y mis primos se vestían de nazarenos, y las niñas con nuestras mejores galas.

Lo mejor era cuando llegaba la noche, a los niños nos mandaban al zoberao, parte alta de la casa, los techos de madera, por lo que el ruido de las pisadas que hacíamos al jugar era tremendo provocando el correspondiente castigo de nuestro mayores, eran días inolvidables.

También recuerdo esos calurosos días de verano, cuando íbamos al pueblo de mi madre, llegábamos corriendo, los mayores poniendo el bañador a los más pequeños, nos íbamos a pasar el día en el río, que bien lo pasábamos, bañándonos, cogiendo pecesitos, o buscando pequeñas cascadas para tirarnos como si fueran toboganes, con nuestros bocadillos y neveras.



Son algunos de mis recuerdos más visuales, otros no se pueden visualizar, como aquellos olores en diferentes momentos, como el olor a los pestiños, al piñonate o a las rosas, dulces caseros que no he sabido valorar hasta que no he ido creciendo y probando otros, aunque no soy mucho de dulces, pero como los dulces caseros que hace mi madre no hay otros.

O el olor de los guisos antiguos, ese olor que ya te decía si lo que había de comer te iba a gustar o me quedaría sin comer por el enfado de mi madre al no gustarme lo cocinado.

Muchos, muchos recuerdos de momentos vividos en mi niñez.



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