sábado, 17 de septiembre de 2016

SIN COMENTARIOS

Hace unos días que una tristeza o melancolía me invade.

Cada día mi cuerpo me da señales de que el tiempo está pasando y ese tiempo pasado lo notas cada día más.

Mis hijos han crecido mucho se hacen mayores, van a la universidad, salen con sus amigos de fiesta, se van solos a Trajano, ya no me necesitan.


Bueno pues todos nos hacemos mayores, ya no los coges en brazos son ellos los que te cogen a ti, ahora eres tu la que miras hacia arriba para verles los ojos.

Han pasado los años y notas todos esos cambios en ellos, son hombres, pero cuando te miras te das cuenta de que tu no te haces mayor tu estas envejeciendo, aunque no lo quieras reconocer.

Cada día cuesta más levantarse de la cama, cada día hay un dolor que se acentúa un poco más,
cuesta más hacer cosas que antes las hacías sin pensar, te cansas cada vez más en el día a día.
La espalda se resiente cuando te agachas, tus pierna ya no se flexionan como antes, tu vista está cada ves más cansada, cada vez te pareces más a tu madre y menos a aquella jovencita.

Aunque tu espíritu se sienta joven el cuerpo muchas veces no acompaña a esa juventud, por mucho que queramos los años pasan y pesan.

Pero bueno, no es cuestión de agobiarse sino de ver todo lo positivo de las diferentes etapas de la vida por las que vamos pasando, de adaptarnos a ellas, de hacer lo que el cuerpo nos permita y disfrutar de ello.



No hay comentarios:

Publicar un comentario